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Encadenados (Notorious)

   Corría 1946. Las heridas de la Segunda Guerra  Mundial eran muy recientes y como resaca de todo ello, los alemanes eran los perfectos malos de la película, como mas tarde lo serían los soviéticos, en la época de la guerra fría.

   Pero Alfred Hitchcock no podía hacer una simple película de posguerra o de espías. Con una trama que habría resultado mas simple en otras manos, y con el fondo del submundo del espionaje, el director británico construye una de sus historias de suspense, con trasfondo político y una inevitable historia de amor, sin olvidar las innovaciones técnicas que fue desplegando a lo largo de su carrera

   Cary Grant, como siempre dando de lo mejor de si mismo a sus ordenes, es un misterioso espía, Devlin. Se ha dicho que el carácter tenebroso de su personaje se insinúa ya en su nombre, que sería una pequeña variación de Devil (demonio, diablo). Sus inolvidables primeros planos, resaltados por sus párpados oscurecidos con maquillaje, dando mayor misterio y profundidad a su mirada, perfilan la sicología de un hombre que es capaz de ocultar su amor en aras de su misión, del cumplimiento de sus órdenes. Con una gran economía de gestos, trasmite la expresividad de sus sentimientos en varios momentos, que reflejan la evolución de la relación de la pareja 

   Hay que destacar varias escenas que constituyen un duelo interpretativo de ambos actores, Cary Grant e Ingrid Bergman, los dos en la cumbre de su carrera en esos momentos.

   En primer lugar, la escena amorosa de la terraza, con una en ese momento inocente y confiada Alicia (Ingrid Bergman), en la que constituye la mas larga escena de amor filmada jamás por un director conocido por su misoginia y su tratamiento de las actrices.

   Pocos minutos mas  tarde, él cambia radicalmente su comportamiento cuando se reencuentra con ella, que había confiado en sus sentimientos como forma de redimirse de un pasado algo turbio,  y que descubre con horror su trasformación  en un hombre duro y distante que se limita a dar instrucciones, al poner al descubierto la misión que ella ha de realizar después de haber dejado olvidada sobre una mesa una botella de champan como quien deja olvidada su dignidad.

   La evolución del dolor que a ambos les produce el papel que ella desempeña en su labor de desenmascarar a los espías se percibe en los diferentes encuentros en el banco de un parque, y finalmente,  cuando Devlin sube las escaleras de la casa del marido de su chica, en busca del dormitorio donde su amada se encuentra medio envenenada. Sus ojos angustiados mientras la mascara de su cara se mantiene imperturbable cuando comprende lo que ha pasado y la ayuda a ponerse el abrigo, hablándole para que no se duerma y la guía por la escalera a la liberación, así como su rostro al cerrar la puerta, gesto que sabe que constituye la condena a muerte de Claude Rains, constituyen una de las mejores interpretaciones dramáticas del actor ingles

   Junto a él una hermosa Ingrid Bergman, en un personaje turbio y equivoco, presentada como una mujer frívola y casquivana en el Brasil de la posguerra, como forma de olvidar que es hija de un espía, que se trasforma en una mujer enamorada de la mano de Grant, como forma de rehabilitar su apellido y rechazar la posición de su padre, y como mujer desencantada,  abandonada por el hombre que quiere en los brazos de otro hombre,  con quien se casa para obtener información y como mujer aterrorizada, sola en la cueva de sus enemigos que sabe que van a matarla

   Ambos escenifican una de las mejores intrigas de suspense de Hitchcock, y seguramente muchos espectadores de esta película recuerden  la tensión de la primera vez que contemplaron la escena en que ambos, en el curso de una cena en el centro del espionaje alemán en Brasil, van a la bodega esperando encontrar algo,  tensión y suspense que alcanza el máximo cuando cae al suelo una botella de vino que no contiene vino, la seguridad que tiene el conejillo de indias en que convertía el director a los espectadores, de que iban a ser descubiertos, y el desenlace de la escena. Para llegar al culmen de la tensión el espectador ya había soportado el trago de ver como Alicia/Ingrid se hace con la misteriosa llave de la bodega,  llave que ella ha obtenido del llavero de su marido, en unos planos en que se aguanta la respiración para que no sea descubierta.

   Rodeando y arropando a esta pareja, se encuentra un sobrio Claude Rains, marido enamorado e hijo sojuzgado, jefe en cierta forma de la cédula alemana en Brasil, y perdedor de la cinta en todos los frentes, una malévola madre (Leopoldine Constantin) en una perfecta encarnación de la bruja del cuento y un elegante y convincente Louis Calhern, que como agente de espionaje no valora los sacrificios personales en aras a obtener información, sobre todo si ha de hacerlos una mujer de dudosa reputación

   Desenvolviéndose la historia en un ambiente lujoso y privilegiado de un Brasil idílico, apartado de la guerra y la durísima posguerra que sacude Europa en los años en que se desenvuelve la trama,  y a la que acuden a liquidar las deudas pendientes los antiguos combatientes de la mas sangrienta guerra de la historia, Hitchcock contrapone la claridad, la luz en que se desenvuelve el principio de la película, con el aire cada vez mas opresivo de una casa llena de secretos, puertas cerradas, cafés misteriosos,  personas nerviosas que tienden a desaparecer, a la que acude el héroe de radiante armadura a liberar a la princesa secuestrada, y sin necesidad de armadura, porque ¿hay alguien capaz de lucir un esmoquin como Cary Grant?

M.E. Cacho

 

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